Updated : Feb 26, 2020 in uncategorized

El ‘Huracán Bayern’ arrasa Stamford Bridge

Como si no hubiese ocurrido en Stamford Bridge sino en Ascot, el Bayern eligió cabalgar como manera de recordarle a Europa que el pedigrí y la historia aún cuentan y que no es aceptable una lista de candidatos a la Copa de Europa sin su presencia. Cortó el viento el conjunto alemán y derribó a su paso a un Chelsea acurrucado en su casita de paja, implorando sin éxito el final de la tempestad alemana. Y acaso lo peor está todavía por llegar para los de Frank Lampard, pues no hay forma de imaginar un escenario en Múnich que pueda edulcorar el bochorno padecido.[Narración y estadísticas (0-3)]

Fue la noche de Robert Lewandowski, la de Serge Gnabry, la esa perla canadiense de 19 años que responde al nombre de Alphonso Davies. Fue el Bayern en estado puro: afilado, vertical, contundente en las dos áreas… Maduró el duelo en la primera mitad y lo reventó en la segunda con una exhibición de fútbol como (aún) no se ha visto en estos octavos. Un festival que le posiciona como un serio aspirante a heredar la corona del Liverpool. Porque era esperable su superioridad frente a este Chelsea griposo y penitente, pero no una actuación tan prodigiosa en Stamford Bridge.

El doliente Lampard había calcado el once que el fin de semana le había servido para derrotar al Tottenham tras un largo tiempo de zozobra. Fue en realidad un experimento desesperado, pero le salió bien, así que era razonable que lo repitiera anoche. Ocurre que, ahora mismo, el depresivo Tottenham y el equipo de Hansi Flick poco tienen que ver entre sí.

COLMILLO EN LA PRESIÓN

Eso se tradujo en que el plan de Lampard fue tan infructuoso como temerario. Siempre muy partido, el Chelsea era incapaz de controlar la pelota en su campo y esa terquedad le hacía perderla en zonas de máximo peligro ante un Bayern con mucho colmillo en la presión tras pérdida y con capacidad para alternar con armonía pases cortos y largos en el ataque posicional.

Por su fútbol, mereció mucho más el Bayern en la primera mitad, pero su impericia en la definición -incluyendo un cabezazo al larguero de Thomas Müller, el mejor en ese tramo- y un par de buenas acciones de Willy Caballero mantuvieron intacto el 0-0 inicial. No lo aguantó mucho más, ya que el Bayern abrió enseguida el justo grifo de los goles.

RENDIDOS A LA EVIDENCIA

En tres minutos, del 51 al 54, Lewandowski y Gnabry descerrajaron al Chelsea sin piedad. En ambas ocasiones, el polaco contuvo su instinto asesino para ejercer de asistente a su compañero, tan preciso en el germen de las jugadas como en las ulteriores definiciones a puerta.

La sentencia definitiva llegó después en una cabalgada de Davies que brindó el tercero a Lewandowski, gran estrella de la noche con un gol y dos asistencias. Y aún pudo ser más escandaloso el resultado si el árbitro y el VAR no hubiesen ignorando un clamoroso penalti por mano de Andreas Christensen. El Chelsea acabó desquiciado, con Marcos Alonso expulsado por un codazo, y rendido a la evidencia de que le distancia un mundo de este Bayern al que da gusto ver jugar a fútbol.

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